Dos fuentes complementarias sobre Corea del Norte
Hace unas semanas, estando en deSymfony, cita que se está convirtiendo en una experiencia más allá de lo tecnológico cada año, me recomendaron el documental Under the sun, disponible en Netflix. Un equipo de producción ruso fue a Corea del Norte con el objetivo de hacer un reportaje del país. Evidentemente, tuvieron que contar con la autorización de las autoridades de allí. Un equipo de censores norcoreanos les hacía un férreo marcaje en todo momento y la cinta sería editada y cortada por ellos mismos. Pero los rusos tenían un as en la manga en forma de segunda cinta, oculta en la cámara modificada, que grababa todo. Afortunadamente no les pillaron y el material se pudo publicar. La música del documental, muy bien elegida, de Karlis Auzans, te sumerge aún más en una irrealidad o, al menos, una realidad muy alejada de occidente.
La verdad es que el documental no me sorprendió en exceso. Tenía la expectativa de encontrar torturas, malos tratos, vejaciones, pobreza extrema… pero nada de esto se vio de forma evidente, salvo pinceladas, pistas y la sensación permanente de decorado de cartón-piedra que intenta mostrar el régimen hacia el exterior.
A los pocos días me topé con el libro La chica de los siete nombres, de de Hyeonseo Lee (el último de los siete nombres que ha tenido y utiliza la autora). Hace gala de ser el primer libro que un norcoreano escribe en lengua extranjera. Cuenta las peripecias de su vida, desde su nacimiento y niñez en Corea del Norte hasta su huida y vida posterior en países occidentalizados. La propaganda, el estado de permanente miedo, de vigilancia y represión que describe es asfixiante y atroz. La población es tratada como ganado que no puede pensar, no puede actuar y no concibe que haya otras opciones. Ni siquiera en la terrible hambruna que siguió a la caída de la U.R.S.S. se produjo la más mínima revuelta, mientras la gente moría de hambre, literalmente. La ficción en la que han sumergido los Kim a los norcoreanos parece increíble vista con una perspectiva occidental. La población no tiene ningún arma, especialmente ideológica, para hacer absolutamente nada. Después de leer el libro, te das cuenta hasta dónde se arriesgaron los rusos al hacer el documental, se jugaban la vida. Cabe reseñar que Hyeonseo también aprecia estructuras discriminatorias y disfunciones sociales en otros países, como la extrema competitividad académica en Corea del Sur, aunque, desde luego, nada que ver con las penurias que pasan sus vecinos del norte. Parece increíble que hoy en día siga habiendo dictaduras de este estilo. El libro sí me sumergió en la vida norcoreana y me ofreció un mejor contexto para interpretar el documental y una situación tristemente muy real.