Qué Vida Ésta

Unas líneas de (nostálgica) lectura veraniega:

[…] Se nos enseña la forma más barata y eficaz de apretar tuercas, sin preocuparnos de si esa tuerca pertenecerá a una lavadora o a un misil tierra-aire; y por supuesto, a nadie le importa quién inventó la puta tuerca.

[…] – O sea –apunta Lola-, que te enseñan a follar, pero no a enamorarte.

[…] Y sólo si tienes voluntad y cojones, si arrancas ratos perdidos, si te preocupas de lo que te rodea y lees, y viajas si puedes, y miras, acabarás sabiendo algo de lo que es el mundo. Pero ésta es una opción personal que no está al alcance de todos; se lleva mucho del poco tiempo que te dejan, y a veces se paga caro.

[…] Y al final, seremos científicos especializados sin valores ni memoria, brillantes, vanidosos, avaros e incultos. Y clonaremos vacas y personas y hasta nuestra propia alma, que no valdrá una mierda*.

Efectivamente, parece que los planes de estudio van en esa línea al más puro estilo estadounidense. Pero seamos claros, es mucho más útil y se producen avances mayores con la especialización, formando expertos en áreas específicas que dominan a la perfección. La cuestión es: ¿es necesaria esa pérdida de perspectiva?

Como bien se expone en el artículo, es difícil dedicarle tiempo a adquirir esa perspectiva. Es más, es necesaria cierta orientación acerca de dónde adquirir esos “conocimientos periféricos” ¿Debe ser Papá Estado quien nos guíe en esos conocimientos generales? ¿Debemos ser nosotros mismos y nuestro entorno y valores culturales y familiares?

Bueno, pero alguien podría decir que nunca en la historia la gente tuvo este nivel de cultura, y la historia se escribió “normalmente”. Error, ahora todos decidimos los designios de nuestra comunidad, para algo tenemos un sistema llamado “democracia” que nos obliga a decidir, y por tanto a saber antes que decidir, en lugar de dejar nuestros designios a cualquier cabrón impuesto que haga lo que le venga en gana.

¿Entonces? ¿Cómo lo hacemos? ¿Hay que hacer algo? Se ha escrito mucho sobre el tema pero… ¿hay solución?
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[1] Extraído de “Con ánimo de ofender”, del artículo “Mecánica y Termología”, de Arturo Pérez-Reverte.